Quizá te lo has preguntado muchas veces. La mayoría de las personas podríamos pensar que somos buenos; no hacemos daño a nadie, deseamos siempre el bien y tratamos de ser buenos ciudadanos. Siempre que podemos ayudamos a los demás y hasta damos dinero al que pide en las esquinas. Eso debería bastar para ganar el cielo, ¿cierto? Sin embargo, por más que nos esforzamos por hacer “cosas buenas”, nos encontramos codiciando en nuestros corazones las cosas materiales, el carro o la casa que no tenemos, teniendo rencor y amargura contra aquellos que nos han fallado o lastimado. Echando mentiras para salir de apuros, siendo deshonestos con nuestros seres queridos y a veces hasta hablando mal de otros, criticándoles y arruinando su reputación.
Cuando seamos presentados delante de Dios, seremos juzgados de acuerdo a la Ley de Dios. Daremos cuenta de todas y cada una de estas cosas que hicimos durante nuestra vida, las que fueron públicas, pero también las ocultas, aquellas vergonzosas de las que nadie se enteró.
Encontramos pues, que todos hemos fallado. Todos somos culpables de haber quebrantado la Ley de Dios.
Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 6:23 (NTV)
Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Romanos 3:23 (NTV)
Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16 (NTV)
Hace más de 2000 años Dios se hizo hombre, Cristo Jesus, vino a la tierra y habitó entre nosotros. Él vivió una vida perfecta, siendo tentado en todo, pero sin pecado, para llevar el castigo de tu pecado y el mío. Él llevo todo el pecado de la humanidad y lo colgó en la Cruz del Calvario
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí. Juan 14:6 (NTV)
Es por medio del sacrificio de Cristo en la Cruz que somos reconciliados con Dios. Él nos limpia de nuestro pecado y nos da una naturaleza nueva para acercarnos a Dios y ser libres de la condenación.
Ahora bien, casi nadie se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque tal vez alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona extraordinariamente buena; pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Entonces, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad Él nos salvará de la condenación de Dios. Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la muerte de su Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda seguridad seremos salvos por la vida de su Hijo. Así que ahora podemos alegrarnos por nuestra nueva y maravillosa relación con Dios gracias a que nuestro Señor Jesucristo nos hizo amigos de Dios. Romanos 5:7-11 (NTV)
Este mensaje forzosamente te llevará a tomar una decisión. Ya sea para reconciliarte con Dios o permanecer pasivo y seguir tu camino, haciendo a un lado a Dios en tu vida. Nuestra oración es que puedas escoger la vida. Abre tu corazón a Cristo, ¡hoy es el día de salvación!
¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos. Apocalipsis 3:20 (NTV)
Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados. Hechos 3:19 (NTV)
Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios. Efesios 2:8 (RVC)
Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo. Como nos dicen las Escrituras: «Todo el que confíe en él jamás será avergonzado» Romanos 10:9-11 (NTV)
Seguir a Cristo es la decisión más importante que puedas tomar en tu vida. Ahora, tienes una gran aventura por delante y no estás solo.
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